Los quebradizos cimientos de Detroit

Todo depende del cristal con el que se mire. O eso, al menos, deben pensar las marcas automovilísticas asentadas en Estados Unidos. A pesar de no haber estado en el Salón de Detroit, de todas partes me vienen noticias del imparable avance de las marcas japonesas en el país de las oportunidades en detrimento de la tradicional preponderancia de las marcas americanas. General Motors, que durante noventa años se ha situado como líder de ventas en el mercado más importante del mundo, está viendo casi impotente cómo será Toyota la que, muy posiblemente, termine el año con dicho galardón bajo el brazo.
A quienes pueda sorprender el imparable avance del ya gigante fabricante japonés -que en poco tiempo será a la postre el primer fabricante del mundo- habrá que recordarles que la historia ha ido mostrando el camino de la fama a pequeños fabricantes y también ha derrocado a marcas que parecían sólidamente asentadas.
Pero también existe otro aspecto importante sobre el que no debemos perder detalle: cuando las barbas de tu vecino veas pelar... Así, en la tradicional Europa, la tradicional hegemonía de las marcas europeas puede verse (de hecho ya se está viendo) afectada por las marcas japonesas y coreanas con cierta rapidez. Basta comprobar las últimas novedades del segmento de los compactos, en donde el Kia Cee´d y el Toyota Corolla quieren poner las cosas difíciles a los Mégane, C4, Astra, Golf y 307.
En mi opinión, la oferta de los dos fabricantes asiáticos con los comentados modelos se queda un poco escasa en cuanto a pasión por la conducción porque ninguno de ellos cuenta con versiones realmente deportivas. Sin embargo, sus gamas comienzan con mecánicas muy atractivas y racionales, perfectas para quienes deseen un automóvil con el que desplazarse sin más de un lugar a otro y eso, nos guste o no a los más apasionados, es lo que busca una gran cantidad de compradores.